«Estos días hace mucho calor. Uno no duerme bien. Y aquí hay buenísima temperatura. Se está mucho más fría que en el hogar», enseña Pilar Tabeni, de 81 años, desde entre las mesas del Casal Cívic i Comunitari Reus-La Rambla. Juega una partida de dominó con sus amigas y cuenta que, «aparte de sacarnos el bochorno, venir aquí nos se utiliza para socializar».
El equipamiento de la Riese Miró se encuentra dentro de los que la Generalitat, mediante Drets Socials, sostiene extraordinariamente libres a lo largo del mes de agosto a fin de que operen como cobijos climáticos.
El aire acondicionado marcha a máximo rendimiento, el sol no pega de lleno y el sitio se dotó con un dispensador de agua. El servicio se proporciona ocho horas cada día, de 11 a 19h. de lunes a viernes, y comprende 2 plantas del edificio. A la entrada, Daniel saluda a quienes llegan y se encarga de que todo esté bien.
El dispositivo se activa como prevención frente al incremento de la morbilidad y la mortalidad que se asocia al calor elevado y sostenido, singularmente en la tercera edad y personas con patologías crónicas. Parte importante de los individuos son mayores.
Sentada al lado de Pilar está Elsa María Sánchez, de 74. «Nos recomendaron el ubicación exactamente a fin de que pudiésemos estar aquí, de alguna manera, protegidas de las elevadas temperaturas que está habiendo», señala. Conceptos como confort climático o punto fresco se han incorporado a las diálogos del conjunto, que los utiliza con total naturalidad.
Este 2023, el Casal Cívic ejercita de cobijo contra el profundo calor. Pero, hasta la actualidad, cerraba en el pico del verano. Entonces, ¿cuál era la opción alternativa? «Antes, quizás no hacía tanto calor. Quizá salíamos y también íbamos al Parc Sant Jordi a ofrecer una vuelta o a la Llibertat a tomar una horchata a una terraza. Pero ahora es imposible y lo cierto es que por el momento no se está bien en ningún ubicación», apunta Maria Rosa Beunza, de 84 años.
El espacio resulta familiar a estas mujeres, que lo frecuentan el resto del año para formar parte en las ocupaciones que proporciona. Ciertas viven cerca y «lo disponemos muy a mano». Asimismo de ahí que «nos encontramos muy cómodas», añade Núria Roch, que, a sus 76 años, le prosigue del mismo modo el ritmo al dominó si bien «estas últimas noches cuesta reposar». «En el momento en que acabo de realizar las tareas de casa, vengo al Casal y paso un rato a gusto con las amigas», expresa.
Más allá de la canícula, «cualquier día nos escapamos a la playa a Salou», afirma. Lourdes López, de 67 años, es la mucho más joven y completa la pandilla. «Charlamos de todo y ofrecemos gracias con lo que disponemos. Y, estas semanas, que el Casal esté abierto, nos chifla. Nos lo pasamos la mar de bien», concluye Pilar.
En el piso superior se transporta el billar. Con el taco en la mano, José Luis Gil, de 48 años, bromea y cuenta que «en el hogar tengo aire, pero lo enciendo poco por el hecho de que la cosa está muy cara». «Llegar aquí es igual que hallar un oasis», apunta. Y Josep Comerciante, de 78, resalta que «contamos la temperatura impecable, hay eso a eso que llaman confort climático, por el hecho de que fuera prácticamente es imposible estar».
Y conduciendo la baraja de cartas, Joaquim Xertó, con 76 años, señala que «este año, el Casal es un cobijo climático. Y venimos pues el resto de sitios están cerrados en esta temporada. En el hogar, son muchas horas y hay que llenarlas. En el momento en que no había cobijo, sí que no quedaba considerablemente más opción. Era eso o ofrecer un recorrido por algún ubicación con sombra, pero hace calor». Lo mismo opina, a sus 81, Germán Nieto, que dice que «de esta forma, nos ahorramos poner el aire». Como ellos, Tomás Martínez, de 83, asiste al Casal «para pasar un largo tiempo. Y, además de esto, nos encontramos frescos».
Una red municipal
En la vertiente municipal, el Municipio de Reus aprobó en 2022 el Pla d’Acció per l’Energia Sostenible i el Tiempo (PAESC), que señala 33 acciones de mitigación y otras 11 de adaptación al cambio climático. El archivo recopila proyecciones de futuro y cree que, dy también cara a 2050, la región donde está Reus padecerá un incremento de las temperaturas de 1,4ºC de media. En exactamente el mismo intérvalo de tiempo, va a haber una reducción importante de las precipitaciones, de hasta un 8,3%.
Entre los propósitos del PAESC figura la creación de una red de cobijos climáticos, espacios urbanos concebidos para protegerse en ocasiones meteorológicas perjudiciales, que resguarde a la ciudadanía reusense de las olas de calor. El Municipio elegirá patios y solares de equipamientos municipales, interiores y exteriores, para habilitarlos, plantando vegetación, poniendo señalización y redactando las reglas de empleo concretas.
El plan ten en cuenta que «las olas de calor son en especial graves en segmentos de población mucho más atacables gracias a su condición social y económica, su edad muy temprana, muy tardía, por su condición sanitaria o por su ambiente». De aquí la necesidad de ofrecer sitio a una primera red de cobijos «a fin de que los vecinos logren refugiarse». Fuentes municipales consultadas sobre adelantos en el emprendimiento de cobijos no aportaron información.
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